A veces te vas sin moverte

Esto no es un reproche.
No te escribo para pedirte explicaciones, ni para que te sientas culpable.
Te escribo porque duele.
Y cuando algo duele, hay que mirarlo de frente,
con la misma ternura con la que un dĂa lo sostuviste con alegrĂa.
.
Llegaste a mi vida de una forma hermosa.
Me hiciste sentir vista, valorada, cuidada.
DecĂas que te ilusionaba verme.
CompartĂas tus pensamientos, tu tiempo, tus ganas.
Hablabas de pescado, de paseos, de juegos tontos…
Y yo te creĂ.
No solo por tus palabras, sino por cĂłmo me mirabas.
.
Nunca tuvimos una “cita” como tal.
Nunca salimos a tomar algo.
Porque para ti, éramos amigos.
Y yo… solo querĂa que lo hicieras.
Que naciera de ti.
Que me invitaras, no por compromiso, sino porque te nacĂa compartir algo conmigo.
.
Porque para mĂ, lo nuestro era más que una amistad cualquiera.
O al menos, asĂ lo sentĂa yo.
.
Porque empecé a sentir.
Y tĂş te aferraste a la palabra amistad.
Quizá fui ingenua.
Pero te juro que vi cĂłmo me mirabas distinto.
CĂłmo tus ojos se detenĂan un poco más de lo normal.
CĂłmo pausabas cuando yo hablaba, como si quisieras recordarme.
.
Y ahora solo repites: “somos amigos.”
Y no lo entiendo.
.
ÂżAsĂ tratas tĂş a tus amigas?
¿Asà eres con ella cuando están juntos?
Porque si es asĂ… entonces no sĂ© quĂ© hago aquĂ.
SintiĂ©ndome ridĂcula.
Aferrándome a algo que quizá solo existĂa en mĂ.
.
Me cuesta creer en este tipo de amistad entre un hombre y una mujer
donde no hay, al menos, la posibilidad de algo más.
Porque yo me derretĂ en la idea de tus labios,
aunque solo fuera en mi cabeza.
Porque un abrazo tuyo me recargaba el dĂa.
Porque tu presencia me daba una calma que no sabĂa que necesitaba…
hasta que dejĂł de estar.
.
Y ahora siempre soy yo.
La que dice buenos dĂas.
La que propone.
La que sostiene este hilo que se rompe.
.
Y tú…
tĂş flotas. Te vas. Callas.
.
Antes te sentĂas orgulloso de mĂ.
LeĂas mis newsletters porque te gustaba verme crecer.
Me preguntabas. Me cuidabas.
Estabas presente de forma genuina.
.
Ahora todo gira más en torno a ti.
Respondes a mis textos. Dices “sĂ” a mis planes.
Pero casi nunca escucho un:
“Quiero hacer esto, ¿te vienes conmigo?”
O “Mis amigos hacen una barbacoa, ¿quieres venir?”
Ya no me compartes,
ya no me integras en tu vida.
.
Y no, esto no es intensidad.
Porque puedo vivir sin eso.
Porque tĂş no eres tan importante.
.
Estas son solo palabras para decir lo que siento.
Para sacar lo que ya no puedo seguir tragándome en silencio.
.
Te admiré sin hacer ruido.
Y durante un tiempo creĂ que tĂş tambiĂ©n me admirabas a mĂ.
Pero ahora… no lo sé.
.
Dices que estás frustrado.
Y lo entiendo, de verdad.
Pero dentro de toda esa frustraciĂłn,
la persona que desaparece… soy yo.
Como si fuera lo más fácil de soltar.
.
Quizá dejé de darte algo que necesitabas.
Quizá empecĂ© a pedir algo que no querĂas dar.
O simplemente… dejaste de querer darme una parte de ti.
.
TĂş, que decĂas que nunca habĂas conocido a alguien que disfrutara tanto dando…
dejaste de recibir.
.
Y sĂ, tenĂas razĂłn:
no vale la pena cuidar a alguien que no sabe lo que vale ser cuidado.
.
Te quiero. Por lo que eres.
Por lo que fuiste cuando sĂ estabas.
Pero tambiĂ©n me quiero a mĂ.
Y desde esa verdad, me alejo un poco.
.
No para desaparecer.
No para castigarte.
Sino para dejar de vaciarme donde ya no hay quien me sostenga.
.
Qué pena…
que no puedas, no quieras, o simplemente no sientas lo que yo siento.
.
Pero si no puedes cuidar esto…
entonces cuidarĂ© de mĂ.
.
Porque volver a mĂ,
también es un acto de amor.
—
đź’ Quizá algĂşn dĂa recuerdes cĂłmo sonreĂa cuando llegabas.
Y quizá te preguntes si fue un error dejar que eso se fuera.